La revista de la Sociedad Española
de Ortodoncia y Ortopedia Dentofacial.

Editorial

Moriyón Uría, José Mª

Moriyón Uría, José Mª

1 artículos

Licenciado en Medicina (Universidad de Navarra). Especialista en Estomatología (Universidad Complutense de Madrid).

Los objetivos del tratamiento

Al hojear los programas de los numerosísimos cursos de Ortodoncia que se ofertan uno no puede evitar la sensación de que, probablemente y una vez más debido a intereses comerciales, nuestra especialidad corre el riesgo de perder el Norte. El bracket vuelve a ser el centro de nuestro universo y autoligado y baja fricción las palabras mágicas que todo lo resuelven. Menos extracciones, tratamientos más cortos y visitas más breves, sobresalen entre sus más cantadas virtudes. Pero, y entiéndaseme bien que no se trata de negar las ventajas que puedan tener sino de poner las cosas en su justo sitio, en una gran parte de los programas de esos cursos los objetivos del tratamiento brillan por su ausencia.

Extraer o no extraer, este recurrente debate empieza ya a resultar aburrido, no puede considerarse un objetivo de tratamiento, sino un medio. Reducir el tiempo de tratamiento, aunque interesante, tampoco es en sí mismo un objetivo. De poco importa si la calidad del resultado se resiente y su finalidad se reduce a alinear dientes. ¿Cómo evaluar la calidad de un resultado si no es en función de unos determinados objetivos de tratamiento?

El pasado mes de marzo se celebró en Madrid un simposium dedicado a la memoria del Dr. Ronald Roth. La mayoría de los panelistas que participamos en él fuimos discípulos suyos. A pesar de que no todos hemos seguido todas sus ideas de manera estricta, algo quedó claramente de manifiesto por encima de las discrepancias.Al Dr. Roth le debíamos, fundamentalmente, el practicar una ortodoncia fundamentada en unos permanentes y muy concretos objetivos de tratamiento: Estética facial, Estética dental, Oclusión funcional, Estabilidad oclusal, Estabilidad de la posición mandibular y Salud periodontal. El cómo se lograran estos objetivos, aunque tenga su importancia, no era, en modo alguno, lo fundamental. Incluso en determinados casos y ante la imposibilidad real de conseguir todos los objetivos sin recurrir a medidas terapéuticas mayores, como puede ser la cirugía ortognática, y de acuerdo con el paciente, puede renunciarse a alguno de ellos; pero con pleno conocimiento de esa renuncia.

¿Qué duda cabe que algunos de estos objetivos, o más exactamente el modo en que pueden ser comprendidos, no pertenecen a lo que algunos consideran el corpus de lo “basado en la evidencia”?.Y no me refiero a los que tienen que ver con la estética, siempre subjetiva y mudable, sino, de manera especial, a los relacionados con la función oclusal.

A los que practicamos la Ortodoncia, toda la información que reste importancia a la función oclusal parece, en principio, hacernos la vida más fácil y por ello nuestra inclinación natural es recibirla de buen grado. Así se explica lo bien acogida que fue la idea, durante algún tiempo dominante, de que no existía relación alguna entre la oclusión y los trastornos de la articulación temporomandibular.